Conforme uno se detiene a
observar cuidadosamente lo que se ofrece en la televisión puede quedar impactado.
Sangre, asesinatos, accidentes, robos violaciones y demás por las mañanas;
“telelloronas” o conocidos programas concurso por la tarde; y por la noche,
justo antes del sueño reparador para el siguiente día, más sangre en nuestros veraces noticieros.
Uno no sabe qué ver y el otro no sabe cómo hablar |
En la televisión peruana -y
supongo que en la de muchos países más- se muestra poco, no hay variedad de
contenidos. La televisión es un medio impresionante y que suele estar en manos
equivocadas… algunos podrían decir que la libertad de empresa lo permite y
quizá tengan razón, pero cuando por esta “libertad” simplemente entorpece o por
centrarse en lo que “vende” se pierden tantas cosas interesantes y
enriquecedoras por conocer.
Intento en este post dar un vistazo por el contenido de
la televisión, pero más que eso quiero hacer un listado… un listado de ciertas
excusas, excusas que suelen usarse para justificar el contenido de ciertos
programas.
Para empezar, tengo que centrarme
en el caso peruano -no puedo hablar de otro. La Ley peruana de Radiodifusión
señala en su artículo nueve, en el primer inciso, que "[La radiodifusión
comercial] Son aquellos cuya programación está destinada al entretenimiento y
recreación del público, así como a abordar temas informativos, noticiosos y de
orientación a la comunidad, dentro del marco de los fines y principios que
orientan el servicio"(ver aquí). Si el principal motivo de los medios
peruanos, ex profeso en ley, es el entretenimiento, ¿de qué quejarnos?
Suele pasar... |
El motivo de la queja es que la
sangre, los robos y desgracias, la vulgaridad y el mal gusto se consideren
sinónimo de entretenimiento y recreación o, mucho peor, de temas informativos y
noticiosos. Con todo esto distorsionado uno se atrevería a pensar que las
diversas producciones de televisivas podrían encontrar en la educación un nuevo
destino… ahí surge nuestra primera excusa que reza que si se intentase hacer un
trabajo educativo nadie lo vería.
En el Perú hay ejemplos que
pueden desmentir esto. En primer lugar, el mayor contenido educativo que se
puede encontrar en señal abierta proviene del canal del Estado. Claro, no es un
canal comercial pero es un buen ejemplo que este tipo de programas sí son
vistos y, más aún, apreciados. Y en las televisoras comerciales no se ha
intentado, o no como se debería, una verdadera iniciativa netamente educativa.
Pero si la televisión está para
mostrar “lo que le gusta a la gente”, esta es nuestra segunda excusa. La oferta
“variada” se supone que se dirige a todo tipo de público… mentira. Cómo culpar
a la ama de casa, que no posee servicio de cable, que en sus tardes no vea
novelas o programas de farándula en las noches; si es, prácticamente, lo único que se muestra. ¿Cómo y en qué
momento lo que le gusta a la gente se redujo tanto…?
Tendríamos que explicar entonces
que la televisión comercial vende espacios publicitarios, es de ahí de donde provienen
sus mayores ingresos. Cuando se crea un programa no se está pensando en lo que
le gusta a la gente… se piensa en lo que se le va a vender a la gente.
Programas del mediodía llenos tandas comerciales con productos de belleza,
supermercados, oferta, todo lo que se el público objetivo del programa puede
adquirir. Los programas “informativos”: aseguradoras, universidades, etc.
En este ínterin, ¿a cuánta gente
de verdad le termina gustando lo que ve? Personalmente, pienso que eso podría
frenarse el momento en el que se le ofrezca otra cosa: entretenimiento de
verdad, comedia que no necesita apelar a lo vulgar, informativos serios, música
de todas las denominaciones pero de calidad, y un largo etcétera.
Por último, está la típica
respuesta de los conductores de programas recurrentemente cuestionados: “Si no
les gusta lo que hago, cambien de canal”. Esta es con la única con la que
podría estar de acuerdo. Es claro que existe la posibilidad de que si algo no
me gusta en la televisión cambiar de canal o, en el peor de los casos, apagar
el televisor.
Nuestra defensa: la cultura |
No puedo estar en completo
acuerdo con esta postura pues tiende a ser una salida facilista. Renunciar,
alejarse y resignarse a la oferta televisiva… no hagas nada más. ¿Es que acaso
no se puede intentar mejorar las cosas o poner un freno a tanta mediocridad?
Es más que seguro que el cambio
no iniciará en los que controlan toda esta maquinaria, el cambio tiene que
partir de uno. Una manera de empezar -en mí
opinión- es cultivándose, aprendiendo a distinguir lo que es de calidad y de
verdad vale la pena, e intentar de una u otra manera de difundir todas las
buenas propuestas que puedan aparecer.